La Escuela de Málaga es una antigua y renombrada Institución que empezó a funcionar en las playas de Miraflores de El Palo, una barriada malagueña de pescadores, el 1 de Mayo de 1938, con el nombre de «Grupo Escolar Nuestra Señora del Carmen», y que más tarde, al abrirse a la Formación Profesional se denominó: «Instituto Católico de Estudios Técnicos».
En sus 30 primeros años fue dirigida por la Compañía de Jesús, como obra propia de la misma. En el verano de 1968 el P. Provincial de los jesuitas andaluces encargó de su dirección a la SAFA y en Mayo de 1983 cedió su propiedad con todos sus bienes a la misma, siendo hoy una Escuela integrada en esta Institución, con el nombre de SAFA -ICET.
Sus orígenes estan íntimamente unidos a la persona de un joven jesuita navarro que llegó al colegio de San Estanislao, afamado Centro de la Compañía, tras un año de Capellán en la Guerra Civil. El colegio estaba situado en El Palo, por entonces lugar típico de pescadores, de unos 3.500 habitantes que malvivían en cuevas, casitas y chamizos, muchas de ellas a lo largo de unas sucias pero bellísimas playas. «Era en 1937, escribe el mismo P. Ciganda; durante el verano visité la barriada de El Palo y ello me sugirió la idea de dedicarme a elevar el nivel cultural de aquellas gentes, desde la infancia. En Octubre organicé una obra doble: Catecismo y Escuela, que comenzó a funcionar en el local de un viejo cine, con un maestro, D. Francisco Valdés Reyes, quién, además de excelente «avemariano» ha sido mi gran colaborador en estas lides. Aquello era muy pequeño y los niños cada día mas numerosos. De inmediato, se comenzó a arreglar una atarazana de la playa que fue inaugurada oficialmente el 1 de Mayo del año siguiente, con tres grados y 150 alumnos. Así, la «Escuela de la playa» sucedió a la «Escuela del cine».
El 12 de Octubre de 1939 se inauguro oficialmente el Grupo Escolar «Ntra. Sra. del Carmen» sobre el terreno de la atarazana». Él contó alguna vez que comenzó con 25 ptas., y otros añaden que, para acumular el material para la obra, sus chicos, animados por él , transportaban a la misma muchos trozos de raíl del tren de vía estrecha que unía Málaga con Vélez Málaga, y que acababa de ser desmontado. En el frontis del nuevo edificio resaltaba el nuevo título de la Obra: «Instituto Católico de Estudios Técnicos» «ICET.» denominación ambiciosa que recordaba al «ICAI» de Madrid. El Grupo Escolar se construyó en cuatro meses, contaba con 13 aulas, una gran Capilla y un Laboratorio Psicotécnico. Sus primeros maestros fueron, además del citado D. Manuel Díaz del Moral, D. Luis Sánchez Hirschfeld, D. José Payán, D. Matías Toledo y D. Juan Ocaña. El Padre, a 16 de Julio de 1940, formó un Patronato con personas amigas, bajo la presidencia del Obispo de Málaga, Dr. Santos Olivera, «para gobierno y administración del Grupo». Éste estaría destinado a «la educación de hijos de pescadores».
El Grupo Escolar se había construido sobre un solar de 3.666 m2 que fue cedido el 16 de Febrero de 1.943, por el Ministerio de Obras Públicas a favor del Patronato del ICET. Nació pronto en el P. Ciganda la idea de prolongar la Educación Primaria con la Formación Profesional. Detrás del Grupo Escolar y dejando un patio intermedio, construyó seis talleres (Carpintería, Ajuste, Máquinas y Herramientas, Electricidad, Forja e Imprenta). Construyó asimismo 5 aulas para estos alumnos. El 12 de Octubre de 1941 entran los primeros alumnos en la «Escuela de Formación Profesional Obrera Ntra. Sra. del Carmen». se aprueban cuatro cursos de FP con los nombres de «Orientación, Aprendizaje, Especialización y Perfeccionamiento Profesional», un original y propio «currículum» de FP, creado en el ICET.
El P. Ciganda ofreció en propiedad al Organismo del Ministerio de Trabajo «Servicio de reaseguro de Accidentes de Trabajo», unos 368 m2. de solar, para que edificase, junto a las 2 Escuelas, un Internado de 3 pisos. La construcción se realizó entre 1945 y 1946 y se inauguró el 23 de Junio de este año. El 1 y 2 de Septiembre de 1.946 llegaron a Málaga, 32 niños de 12 y 14 años, venidos de los mas diversos y remotos lugares de la Península, aunque dominaban los asturianos. En Octubre de 1946 y Febrero de 1947 llegaron el resto, hasta completar los 100.
El P. Serna hizo una seria ampliación de ICET en 1952, construyendo un gran pabellón de 3 pisos, donde estaban los talleres, pabellón que se dedicó a la FP. Además, adquirió en 1953 y 1954, pensando en futuras ampliaciones, unos valiosos terrenos cercanos de unos 15.000 m2., parte de los cuales convirtió mas tarde en el Estadio «San Ignacio». Fue verdaderamente un segundo fundador del ICET.
En el verano de 1968, la Compañía de Jesús, suprime las Enseñanzas de Formación Profesional. Estaban éstas bien instaladas (citamos a modo de ejemplo los 11 tornos y 5 fresadoras del taller de Mecanica o la gran Prensa de Carpintería) y con un alumnado mediano, de 110 internos y 120 externos. El director del ICET, P. Murillo, escribió, obediente, en el verano de 1.968 una Circular a los padres de alumnos de Oficialía, anunciandoles «que se suspenden en el próximo curso los estudios de Oficialía, por haber juzgado conveniente los Superiores, reunir en un nuevo y espléndido edificio, erigido en Carranque, las 2 Escuelas Profesionales que tiene la Compañía de Jesús en Málaga». Hablaba asimismo que la unión posibilitaría una mejor dotación de los talleres de Carranque, añadiendo también las pocas posibilidades de expansión que ofrecía el ICET. La decisión, cuya última razón estaba muy relacionada con la creciente falta de jesuitas, fue quizás tomada con precipitación, sin prever sus consecuencias. El Servicio de Reaseguro, que había construido el Pabellón, no dejó de manifestar su disgusto
Pocos alumnos pasaron a Carranque, pocos profesores asimismo, en contra de las previsiones. El reparto del herramental y maquinaria entre el Centro de Carranque y algunos de la SAFA, adonde fueron parte de los internos, disgustó profundamente a la Dirección General de FP, que, al enterarse, envió una Inspección al Centro. La barriada entera, tan compenetrada con la Escuela, sufrió una gran decepción por el cierre y desmantelamiento de los talleres. El P. Bermudo escribía a su Provincial que la operación se había hecho con crueldad, pues, entre otras cosas, no se había beneficiado al viejísimo material de la Primaria con los pupitres ahora sobrantes: «Si cierto, decía, que desobedecieron tus órdenes en muchas cosas con verdaderas ansias de rapiña». Naturalmente, a la vez que la FP, se cerró el Internado. El mayor perjuicio se causó a los 14 profesores de FP que estaban con dedicación plena y que quedaron, muchos, sin trabajo y con sólo la indemnización. Se procedió para ellos sin suficiente reflexión y justicia, produciéndose en ellos un gran malestar, aún en los que consiguieron trabajar en otros Centros de la Compañía.
Sólo quedó en el ICET la Enseñanza Primaria en unos edificios vacíos y descompuestos. Los alumnos eran 400 en 11 grados, algunos de los cuales eran doblados, y el 7º y 8º dedicados a «Iniciación Profesional». Comenzó el curso 1968-69 y a principios del 69, la SAFA pensó en el ICET, y el Rector se ofreció al Provincial para dirigir sus restos, incorporandolo a la institución mediante un concierto. El curso 1969-70 comenzó ya bajo la dirección de la SAFA, y el 28 de Octubre de 1969 firmaron los Padres Pérez Ontiveros y Bermudo un Concierto entre la Compañía y la Fundación SAFA. Lo mas característico del mismo es que se preveía ya en él la ampliación de Enseñanzas «a medida que consiga recursos económicos». Además permanecían las relaciones entre el ICET y San Estanislao, pues se aprobaba la presencia del Rector jesuita del Colegio, en el Patronato de la Fundación SAFA (lo que nunca se llegó a realizar) y la permanencia del ICET como Obra Social del Colegio. Para cumplir este fin, el Colegio se comprometía, durante 3 años, a ayudar la economía del ICET con la cantidad mínima de 180.000 pts que se obtenían en una tómbola benéfica destinada, desde hacía años, a este fin
El P. Bermudo entró en el ICET con el firme propósito de restaurar la Formación Profesional. Pero, como decía a su Provincial que aprobó pacientemente sus planes, se trataba «de la penosa decisión de resucitar un muerto». Practicamente los talleres estaban vacíos y los ingresos, reducidos a las 180.000 pts. del Colegio de San Estanislao (y esto sólo por 3 años), y a la muy improbable venta de unos terrenos que estaban calificados todos como zona verde-escolar. Al cerrarse la FP, había cesado la subvención del Secretariado de la Iglesia. De material escolar había 25 mesas de dibujo y algunas mesas y pupitres totalmente insuficientes. «Me encuentro al Centro desmantelado, sucio, abandonado y viejo», añadía Bermudo a Muñoz Priego.
Se hicieron los preparativos indispensables para que en Septiembre de 1971 comenzase la Formación Profesional Oficial. Había que comenzar con especialidades que no exigieran grandes inversiones y, a la vez, ofrecer otras para alumnas, como en los demas Centros SAFA. En el impreso, que durante el verano de 1971 se propagó por toda la barriada, se hablaba de «Nueva Etapa» bajo la dirección de la SAFA, en la que se impartiría la nueva FP de Primer Grado, en las Especialidades de Mecanica (Soldadura y Chapistería) y Administrativa (Auxiliares de Oficina y recepcionista de Hotel). Era además necesario asegurar el presupuesto. Para aderezar la Sala de Máquinas de escribir, el rector pidió a la Compañía de Jesús 250.000 pts., aludiendo una «cierta obligación moral».